28 abril 2016
Claves para escribir un buen cuento
El
cuento como tal tiene vida propia; los personajes en él inmersos deben, al
menos, dar la ilusión de tener una voluntad ajena de la del autor o del mismo
lector. Ese es el signo de un gran cuento, un microcosmos encerrado en las
hojas de papel (J. Cortázar). 1.- Selección. En primer lugar hay que tener una
noción del tema, de lo que queremos contar. En este punto destacamos como
primer requisito esencial: la selección. La regla de oro del arte literario es
omitir, decía Stevenson. Es primordial elegir aquellos datos que son relevantes
para la historia. En nuestra cabeza bullen muchas ideas, grandes temas, pero no
vale todo; sólo aquello que llegue, incluso, a obsesionar. El conjunto de
elementos que el autor tendrá que volcar sobre el papel (los personajes, los
eventos y la atmósfera…) puede provocar molestia y angustia. Por eso afirma
Cortázar que escribir es de alguna manera exorcizar. 2.- Unidad. Una vez que
tenemos claro este punto, hay que centrarse en contar una única historia, un
único tema, y hacerlo de manera concentrada ―ya que disponemos de muy poco
espacio― para conseguir que cada descripción, cada escena aporte un nuevo dato
que, a su vez, genere la intensidad narrativa que necesitamos. 3.- Tensión
interna. Esa intensidad crea una cierta atmósfera y la tensión interna hace que
el lector se pregunte qué sucederá a continuación. Hay que evitar la mala intriga,
esa que proviene de la sucesión absurda y accidental de acontecimientos. Cada
línea tendrá que añadir información, será necesario seleccionar los
acontecimientos, disponerlos en el sentido que más convenga a la trama para
acceder al resultado final; ese del que, en palabras de J. Cortázar, se sale
como de un acto de amor, agotado y fuera del mundo circundante, al que se
vuelve poco a poco. Pero antes hay que escoger el punto de vista narrativo
adecuado al desarrollo de la historia, analizar cómo se puede contarla, las
distintas posibilidades disponibles, fijar dónde se coloca el narrador y qué
puede expresar desde esa posición. Pensar en el tiempo, cuándo se van a
desarrollar los hechos: en presente o tal vez convenga que el narrador lo
cuente desde el pasado, conozca toda la historia y haya sido testigo de los
acontecimientos. Y también tener en cuenta el espacio narrativo en el que se
mueven los personajes y que aparecerá más o menos descrito en función de la
importancia de la vida que practican. Recordé que siempre me han irritado los
relatos donde los personajes tienen que quedarse como al margen mientras el
narrador explica por su cuenta (J. Cortázar). 4.- Prefiguración. La
prefiguración nos prepara, sin saberlo, para el final, nos insinúa lo que va a
suceder, pero escatimándonos el desenlace. Son pequeños hilos que el escritor
va tirando. Aquí entra en juego la importancia de las repeticiones que dan
continuidad a la trama. Para conseguir que la historia se proyecte en la mente
del lector de un modo ligado y continuo, las repeticiones harán que la atención
del lector se deslice de una frase a otra y de una acción a otra, sin un
especial esfuerzo por su parte. 5.- Verosimilitud. Es necesario detallar con
precisión cada escena para crear dentro del cuento un marco espacio-temporal
reconocible o al menos muy bien definido, con el fin de persuadir al lector de
que la historia es posible y, por lo tanto, de que el conjunto de la trama
adquiere verosimilitud. 6.- Mostrar en lugar de decir. Los buenos escritores
pueden decir casi todo lo que tiene lugar en la ficción que escriben, salvo los
sentimientos de los personajes. Esta cita de Gardner expresa muy bien la idea
de que los sentimientos no hay que explicarlos, sino que deben ser sugeridos
mediante acciones de los personajes para que el lector los perciba sin filtros.
En resumen, un buen cuento debe ser breve, de intensidad creciente, debe
producir en el lector una gran impresión y todo, en él, ha de ser significativo
y verosímil. Esas son las cualidades que califican a un buen relato para que
resulte inolvidable, para que el lector se adentre en él y le deje huella.
27 abril 2016
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